FILOSOFOS

Confucio es el nombre que aparece en primer lugar en la literatura, en la filosofía y en la historia del pensamiento de la China, donde este gran pensador vivió hace 2500 años. Fue, además, el primer reformador político. Los primeros datos biográficos que se conocen de él son del siglo II a. C.

Había nacido en 55 a. C en Tsou, pequeño estado feudal de Lu, en el sudeste de la actual provincia de Shantung(en el nordeste chino). Se afirma que descendía de la familia real de Shang, que constituyó la segunda dinastía china. Su padre había sido gobernador de Tsou a la edad de setenta años y se había distinguido en empresas militares.

Los primeros misioneros jesuitas derivaron la forma latinizante Confutius y Confucius hasta llegar al “Confucio” de hoy. El nombre proviene de Kun-FuTzu o Maestro Kung.

El sistema político de la época se basaba en el feudalismo sorprendentemente similar al de occidente medieval. Los señores feudales se negaban a obedecer al poder central que se volvió cada vez más débil. En estas circunstancias, aparece la figura de Confucio.

Desde los treinta hasta los cincuenta años, se dedicó al estudio y a la enseñanza. Filósofo político y social, sentía la necesidad de llevar a la práctica sus teorías.

A los cincuenta años fue magistrado y, luego, encargado de obras publicas. Más tarde fue designado secretario mayor de justicia y, finalmente, en el 496 a.C., primer ministro del monarca. En esa situación, demostró ser un hábil administrador y restableció algo del orden político y la igualdad social. Confucio opinaba que la armonía política debía basarse en la armonía moral. Es decir que el concepto ético estaba, para este pensador, indisolublemente unido a la práctica política.

Su pensamiento se orientó en general hacía una filosofía del orden social. Para ello se basó en un período histórico ideal, los primeros tiempos do la dinastía Chu, durante los cuales tanto el emperador como los príncipes y el pueblo profesaban un gran respeto por el orden.

Para Confucio el gobierno significaba sobre todo, “cada cosa en su justo lugar” y en particular, en el ámbito de la sociedad, por la cual se interesó más que por el individuo. Y habló muy claro con respecto a qué necesitaba la China, para superar los males sociales: “Para gobernar bien bastará que el príncipe sea príncipe; el ministro, ministro; el padre, padre, y el hijo, hijo’

Debido a su gran fama de sabio, se lo consultaba ante cualquier descubrimiento de restos arqueológicos; respondía siempre con prontitud y dominio de la materia.

Tal fue el prestigio de la sabiduría de Confucio, que se afirma que tuvo setenta y dos discípulos y tres mil seguidores, por lo cual se lo describe como un brillante maestro. Él mismo se consideraba un tzu, es decir, un maestro, no un filósofo. «No enseñaré a quien no sienta ganas de aprender—proclamaba Confucio— y no explicaré nada a quien no se esfuerce en aclarar las cosas por su cuenta. Y si explico un cuarto de la verdad, y el alumno, pensando y reflexionando él solo, no deduce los otros tres cuartos, no pienso seguir instruyéndolo.”

Luego de abandonar su tierra y el poder por catorce años, volvió a la patria. Así, a los sesenta y siete años (en el 484), comenzó su período más fecundo como compilador de textos y como filólogo. Según sus propias palabras, trataba de recorrer la tradición, más que de renovarla. Ya en su vejez, publicó antiguas canciones y dejó una compilación de documentos históricos denominada Shu Ching.

El único libro que escribió fue el Ch’un Ch’iu, en el que se ocupa, fundamentalmente, de restablecer el respeto por las jerarquías.

La obra más importante de la enseñanza confuciana no fue escrita por el propio Confucio, sino por sus discípulos y se halla reunida en Los cuatro libros clásicos o Shú. Se trata de la colección de diálogos, frases y sentencias pronunciadas a lo largo de su vida.

Confucio es el nombre que aparece en primer lugar en la literatura, en la filosofía y en la historia del pensamiento de la China, donde este gran pensador vivió hace 2500 años. Fue, además, el primer reformador político. Los primeros datos biográficos que se conocen de él son del siglo II a. C.

Había nacido en 55 a. C en Tsou, pequeño estado feudal de Lu, en el sudeste de la actual provincia de Shantung(en el nordeste chino). Se afirma que descendía de la familia real de Shang, que constituyó la segunda dinastía china. Su padre había sido gobernador de Tsou a la edad de setenta años y se había distinguido en empresas militares.

Los primeros misioneros jesuitas derivaron la forma latinizante Confutius y Confucius hasta llegar al “Confucio” de hoy. El nombre proviene de Kun-FuTzu o Maestro Kung.

El sistema político de la época se basaba en el feudalismo sorprendentemente similar al de occidente medieval. Los señores feudales se negaban a obedecer al poder central que se volvió cada vez más débil. En estas circunstancias, aparece la figura de Confucio.

Desde los treinta hasta los cincuenta años, se dedicó al estudio y a la enseñanza. Filósofo político y social, sentía la necesidad de llevar a la práctica sus teorías.

A los cincuenta años fue magistrado y, luego, encargado de obras publicas. Más tarde fue designado secretario mayor de justicia y, finalmente, en el 496 a.C., primer ministro del monarca. En esa situación, demostró ser un hábil administrador y restableció algo del orden político y la igualdad social. Confucio opinaba que la armonía política debía basarse en la armonía moral. Es decir que el concepto ético estaba, para este pensador, indisolublemente unido a la práctica política.

Su pensamiento se orientó en general hacía una filosofía del orden social. Para ello se basó en un período histórico ideal, los primeros tiempos do la dinastía Chu, durante los cuales tanto el emperador como los príncipes y el pueblo profesaban un gran respeto por el orden.

Para Confucio el gobierno significaba sobre todo, “cada cosa en su justo lugar” y en particular, en el ámbito de la sociedad, por la cual se interesó más que por el individuo. Y habló muy claro con respecto a qué necesitaba la China, para superar los males sociales: “Para gobernar bien bastará que el príncipe sea príncipe; el ministro, ministro; el padre, padre, y el hijo, hijo’

Debido a su gran fama de sabio, se lo consultaba ante cualquier descubrimiento de restos arqueológicos; respondía siempre con prontitud y dominio de la materia.

Tal fue el prestigio de la sabiduría de Confucio, que se afirma que tuvo setenta y dos discípulos y tres mil seguidores, por lo cual se lo describe como un brillante maestro. Él mismo se consideraba un tzu, es decir, un maestro, no un filósofo. «No enseñaré a quien no sienta ganas de aprender—proclamaba Confucio— y no explicaré nada a quien no se esfuerce en aclarar las cosas por su cuenta. Y si explico un cuarto de la verdad, y el alumno, pensando y reflexionando él solo, no deduce los otros tres cuartos, no pienso seguir instruyéndolo.”

Luego de abandonar su tierra y el poder por catorce años, volvió a la patria. Así, a los sesenta y siete años (en el 484), comenzó su período más fecundo como compilador de textos y como filólogo. Según sus propias palabras, trataba de recorrer la tradición, más que de renovarla. Ya en su vejez, publicó antiguas canciones y dejó una compilación de documentos históricos denominada Shu Ching.

El único libro que escribió fue el Ch’un Ch’iu, en el que se ocupa, fundamentalmente, de restablecer el respeto por las jerarquías.

La obra más importante de la enseñanza confuciana no fue escrita por el propio Confucio, sino por sus discípulos y se halla reunida en Los cuatro libros clásicos o Shú. Se trata de la colección de diálogos, frases y sentencias pronunciadas a lo largo de su vida.

Grandes pensadores, filosofos y cientificos de las historia

PITÁGORAS DE SAMOS (580 a.C- 520 a.C.)

Filósofo griego nacido en La Isla de Samos y muerto enMetaponto. Se lo considera el primer matemático puro, aunque no haya quedado ninguno de sus escritos. La sociedad que lideró estaba regida por códigos secretos que hace que su figura sea muy misteriosa.

La figura de Pitágoras está envuelta en un hato de Leyenda, misticismo y hasta de culto religioso. Y no es tan extraño si pensamos que fue contemporáneo de Buda, de Confucio y de Lao-Tse estos fundadores de las principales religiones orientales)

EL padre de Pitágoras fue Mnesarchus y su madrePithais, quien era nativa de Samos. Mnesarchus fue un mercader proveniente de Tiro. Dice una historia que Llevó maíz a Samos, y como gratitud fue declarado ciudadano de Samos.

Se pueden distinguir tres etapas en su vida: la  primera en el mundo griego, la segunda de viajes a Babilonia y Egipto y La tercera en Lo que más tarde Se Llamó la Magna Grecia , con un intermedio en Samos entre la segunda y la tercera etapa.

De pequeño Pitágoras viajó mucho con su padre. Hay registros de Pitágoras en Tiro, donde aprendió con los hombres ilustrados de Siria. También habría visitado Italia con su padre.

Tres filósofos se encontraban entre sus maestros. Uno fue Pherekydes. Los otros dos filósofos son Thai es y su discípulo Anaximandro, ambos vivían en Mileto, quienes Lo introdujeron en las ideas matemáticas.

Pitágoras conoce a Thales en Mileto entre Los 18 y 20 años. En este época, Thales era un anciano y contribuyó al interés de Pítágoras por la Matemática y La Astronomía y le aconseja viajar a Egipto para profundizar estos temas. Anaximandro Le dio clases de Geometría y Cosmología y muchas de sus ideas influyeron en Pitágoras.

Pitágoras viaja a Egipto en el 535 a.C. Esto es unos años antes de que el tirano Policrates tomara eL control de Samos. Pitágoras va a Egipto con una carta de recomendación de Policrates, de quien era amigo. Había una alianza y estrechos vínculos políticos, en esa época, entre Egipto y Samos. Allí visitó muchos templos y se vincutó con los sacerdotes, de quienes tomó muchas ideas que impuso posteriormente a su sociedad.

En el 525 a.C. Cambíses, invadió Egipto. Polícrates abandonó su alianza con Egipto y envió 40 barcos para unirse a Los persas en su invasión. Después que Cambises II ganó La Batalla de Pelusium en el Delta del Nilo, y capturó Hlliápolis y Menfis, Los egipcios fueron derrotados y Pitágoras fue tomado prisionero y Llevado a Babilonia.

En el 520 Pitágoras retorna a Samos desde Babilonia. No se sabe como obtuvo su liberación de Babilonia. Policrates fue asesinado en 522 a.C. y en el verano del mismo año murió Cambises II (se suicidó tuvo un accidente). La muerte de estos dos tiranos debe haber sido la razón por la cual Pitágoras regresó. Darío de Persia tomó el control Samos después de la muerte de Polícrates.

Pitágoras hizo un breve viaje a Creta luego de su regreso a Samos para estudiar el sistema de leyes vigentes. Cuando retornó a Samos, Pitágoras se trasladó a La polis (ciudad-estado) Crotona42, colonia griega en eL sur de Italia, alrededor del 518 a.C. Estas colonias gozaban entonces de una gran prosperi36 Potícrates de Samos (reinó entre 535 a.C.-522 a.C.) fue un gobernante sabio y popular.

dad, sobresaliendo entre ellas Síbaris, famosa en el mundo griego por sus riquezas y su vida lujosa. Crotona era su principal rival y vecina. Allí llegó Pitágoras con un sistema de pensamiento más o menos perfilado después de su larga experiencia por Oriente y Egipto. La ciudad le pidió que expusiera sus ideas y, según la tradición, Pitágoras dirigió por separado cuatro grandes discursos a los jóvenes, al Senado a las mujeres y a los niños. El contenido de estos cuatro discursos tal como ha sido transmitido por diversos conductos, está Lleno de recomendaciones morales de gran perfección, derivadas fundamentalmente de la necesidad de ajustar la conducta humana a tos cánones de armonía y justeza que se derivan de La naturaleza misma de las cosas e ilustradas con elementos específicos de la mitología de los habitantes de Crotona. Como consecuencia de este primer contacto surgió, al parecer> no sólo en Crotona, sino en toda Italia un gran entusiasmo por Pitágoras.

En Crotona vivía Milán, un hombre rico y muy famoso, porque había sido el campeón de Los juegos olímpicos en doce ocasiones. Mitón estaba interesado en la Filosofía y la Matemática, y cedió parte de su casa a Pitágoras, para que crease su propia escueta. Allí fundó una Sociedad religiosa y filosófica.

La Sociedad que fundó (Hermandad Pitagórica) tenía un credo muy estricto y un rígido código de conducta, pero era igualitaria e incluía varias mujeres. Una de ellas era Teano, la hija de Milán con quien Pitágoras se casó.

Superado un período de prueba, se permitía a los nuevos iniciados en la secta oír la voz del Maestro, oculto tras una cortina. Años después, más profundamente purificadas sus almas por la regla pitagórica, se les permitiría ver a Pitágoras.

platon

En el año 407 ocurre algo que será decisivo en su vida: su encuentro con Sócrates, del que será alumno durante ocho años. Cuando el maestro es condenado a muerte, Platón se refugiará en Megara, al temer que Atenas persiguiera a los discípulos de Sócrates. En esa ciudad se encontrará con Euclides.

Se cree que a continuación realizó varios viajes, probablemente a Egipto y a la Cirenaica, donde entró en contacto con Aristipo de Cirene y con el matemático Teodoro. Según la tradición, marcharía después a Italia meridional, donde conoció a algunos pitagóricos. Algunos autores afirman que entonces fue cuando Filolao le vendió unos escritos secretos de Pitágoras, en los que Platón se inspiraría para escribir el Timeo. De esta época de su vida serían los siguientes escritos: Apología de Sócrates, el Hipias I y II, el Eutifrín, el Critón, el Cármides, el Laques, el Lisis, el Protágoras, el Gorgias y el Menón.

Su aventura siciliana empezaría en el año 388, cuando pensó en la posibilidad de convertir a Dionisio I el Antiguo a sus teorías político – filosóficas.

Pero esta relación no cuajaría, y Platón fue desterrado. En el viaje de vuelta fue capturado y vendido como esclavo. El cirenaico Anniceris, que le había reconocido, le compró y le devolvió la libertad. En el año 387 Platón volvió a Atenas y fundó la Academia, que sería la primera gran escuela de la Antigüedad, organizada de forma sistemática, con aulas y biblioteca. Platón ejerció en ella su magisterio, hasta que murió, en colaboración con su discípulo Aristóteles. En el fondo, la Academia fue la primera universidad organizada.

Su obra se conserva casi completa. Nos han llegado 42 diálogos. Junto con la que escribió Aristóteles, es la obra capital de la filosofía y de toda la cultura griega. Su aportación a la formación del lenguaje filosófico es extraordinaria y tiene un elevado valor literario. El género literario utilizado por Platón fue el diálogo, que tiene una profunda relación con su doctrina de la dialéctica como método filosófico y posee una extraordinaria belleza poética. Siempre es Sócrates el personaje principal.

Su pensamiento muestra una profunda evolución, partiendo de la doctrina de Sócrates y llegando al descubrimiento de las ideas y culminando en los problemas planteados por ellas, en diálogo con Aristóteles.

Un problema no resuelto es el conocer con exactitud el orden cronológico de sus escritos. En segundo lugar, no se puede separar claramente lo que pertenece a Sócrates y lo que es estrictamente suyo a través de los diferentes diálogos. Platón no sólo recibió la influencia socrática, sino también otras importantes: pitagorismo, heraclitismo, orfismo, entre otras.

En sus primeros diálogos muestra a Sócrates y son, al mismo tiempo, una defensa contra las acusaciones que le llevaron a la muerte. En Apología de Sócrates resalta la importancia de la idea de verdad. Su meditación se centra, además, sobre la vida y muerte de su maestro.

En Hipias menor nos da una idea de Sócrates como un sofista más, trata de buscar en qué consiste el bien, concluyendo que el hombre justo no puede mentir voluntariamente, no puede hacer voluntariamente el mal. En Critón, Sócrates habla a Critón, que le quiere obligar a huir de la prisión, manifestándole que no puede responder a la injusticia con la injusticia, ni hacer el mal a quienes nos lo han hecho.

En Cármides trata de definir el concepto de sabiduría. En el Laques plantea el problema de la educación de los niños y en Eutifrón analiza la piedad, llevándonos en Lisis a, tratando sobre la amistad, sus momentos más dialécticos. En otro diálogo de gran interés, Hipias mayor, nos acerca a lo bello a través de la búsqueda de su definición y llega a reconocer que no sabe lo que es la belleza.

SAN AGUSTÍN

El trabajo de San Agustín (334-430) proporciona unos (le los mejores ejemplos de cómo los teólogos cristianos utilizaron la cultura pagana para servir al cristianismo. Agustín nació en el norte de África; su madre, Lina ardiente cristiana, lo crió.

A la larga, Agustín se convirtió en maestro de retórica en Milán en el año 384. Pero, dos años más tarde, después de experimentar una profunda y conmovedora experiencia religiosa, Agustín renunció a su cargo de maestro y regresó al norte de África, donde se desempeño como obispo de Hipona desde el 396 hasta su muerte, acaecida en el -año 430.

Sus dos obras más famosas son las Confesiones y La Ciudad de Dios. Escritas en el año 397, las Confesiones constituyeron un autorretrato, pero no de las actividades mundanas de Agustín, sino de “la historia de un corazón”, un relato de sus experiencias personales escritas con el propósito cíe ayudar a otros en su búsqueda: Agustín describe la forma en que batalló en sus primeros años de vida para encontrar a Dios, hasta que experimenté una conversión milagrosa, cuando tenía treinta y dos años.

La ciudad de Dios, la otra obra máxima de Agustín, fue una profunda expresión de la filosofía cristiana sobre el gobierno y la historia. Se escribió como respuesta a una línea de argumentación que surgió poco después del saqueo de Roma, en el año 410. Algunos filósofos paganos afirmaron que las dificultades de Roma se derivaban del reconocimiento oficial del cristianismo por parte del estado romano, y a causa del abandono de los antiguos y tradicionales dioses. Agustín argumenté que los problemas de Roma comenzaron mucho antes de que el cristianismo surgiera en el imperio. En La ciudad de Dios, Agustín teorizó sobre las relaciones ideales entre dos tipos de sociedades que han existido a través del tiempo: la Ciudad de Dios y la Ciudad del mundo.

Para quienes amen a Dios, la principal lealtad debería ser para con la Ciudad de Dios, cuya ubicación final está en el reino celestial. La sociedad terrenal siempre será insegura y sujeta a cambios, debido a la naturaleza degradada del ser humano y su inclinación al pecado.

Sin embargo, la Ciudad del mundo aún era necesaria, dado que era obligación de los gobernantes frenar los instintos depravados de los humanos pecadores, así como mantener la paz, la cual los cristianos necesitaban para vivir en el mundo. Por lo tanto, Agustín dio por sentado que el gobierno y la autoridad secular eran necesarios para la búsqueda de la verdadera vida cristiana sobre la Tierra; al plantear esto, proveyó una justificación para la autoridad política secular, la cual desempeñaría un importante papel en el pensamiento medieval.

Agustín fue también decisivo para establecer los puntos de vista de la iglesia cristiana respecto al deseo sexual. Gran parte de los primeros cristianos concebía el celibato o la absoluta abstinencia de toda actividad sexual como el camino más seguro a la santidad. Agustín también pensaba que los cristianos deberían repudiar el sexo; pero mantenía que muchos cristianos eran incapaces de hacerlo. Para ellos, el matrimonio era una adecuada alternativa, pero bajo el supuesto de que el sexo entre un hombre y una mujer, incluso dentro del matrimonio, debía servir a un propósito: la procreaciòn de hijos. Se reservaba a la clerecía la defensa del ideal supremo del celibato.    

Las Confesiones de San Agustín

La autobiografía espiritual e intelectual de Agustín es un autorretrato revelador de las luchas internas de uno de los gigantes intelectuales de los primeros tiempos del cristianismo. El primer fragmento está tomado del Libro VIII, en el que Agustín describe cómo escuchó una voz del cielo y abandonó sus viejos hábitos. En el segundo fragmento, tomado del Libro IX, Agustín expresa alegría.

René Descartes 

Filósofo francés. Fue hijo de Joaquín Descartes, consejero del Parlamento de Rennes. Éste le animaría para que hiciera una carrera jurídica, como su hermano y su hermanastro (su madre murió cuando tenía un año, y su padre volvió a casarse). Se educó en un colegio de jesuitas, La Flèche, centro importantísimo en la vida francesa de la época, con un interés especial por las lenguas y la literatura clásicas, que Descartes estudió a fondo.

En el año 1614 abandona La Flèche y va a París, donde se dedica a una vida de placer. Toda su vida sería un sincero católico. Tenía una inteligencia prodigiosa y un carácter amable, que le hicieron ser apreciado por todos los que le conocieron. En 1616 obtuvo el título de bachillerato y la licenciatura de derecho en Poitiers. Se sintió inclinado primero a la carrera de armas y fue a la escuela militar más prestigiosa de la época, la de Breda. Su curiosidad por todo le llevó a realizar numerosos viajes.

Pronto manifestó un genio especial para las matemáticas, y fue perfilando una clasificación ordenada de las curvas y de las ecuaciones. Vio a su alcance la posibilidad de unir ciencia y sabiduría, esperando vencer los secretos de la naturaleza, utilizando las matemáticas. Empezó varias obras: Reglas para la dirección del espíritu o Pensamientos privados, apuntes personales escritos durante su estancia en Breda y Alemania. Vivió en Francia el invierno de 1627 a 1628. A finales de este año se instalaría en los Países Bajos y desde 1629 se establecería en Holanda, donde amó la tranquilidad, libertad e independencia de este país.

Esta fue su época de mayor actividad, cuando escribió sus obras más importantes y tuvo relación intensa con los hombres de ciencia y los filósofos de Europa. En 1649 marchó a Estocolmo. Sólo volvería a Francia los veranos de 1644, 1647 y 1648.

Su obra ocupa indudablemente un lugar fundamental en la filosofía francesa del siglo XVIII. Fue el primero en romper con la Escolástica, sustituyendo el libre examen y creando el mecanicismo científico. Ortega dijo de él que había sido <<el primer hombre moderno>>. Su obra más importante El discurso del método, escrita en 1637, nos presenta la metafísica cartesiana. Nada le parecía merecer confianza. Todo el pasado filosófico se contradice, según él. Los sentidos nos engañan con frecuencia y, en muchas ocasiones, caen en el error. Descartes hizo de la duda el método mismo de su filosofía.

Para él Dios, al ser absolutamente libre, en un acto único crea todas las cosas, las esencias y las existencias, las <<verdades eternas>>, que son las que gobiernan el universo y regulan nuestra razón. Dios está por encima del principio de contradicción. Concluyó que no sabemos si existe Dios, pero tampoco lo contrario. No sabemos si hay Dios, pero, si lo hay, no puede engañarse. Prueba su existencia diciendo que es una idea que encuentras en la mente y es la de un ser infinito, perfectísimo, omnipotente; si esta idea no puede proceder de la nada, ni de mí mismo, que soy finito, imperfecto y lleno de duda, el efecto sería entonces superior a la causa y esto es imposible. Por tanto, la idea de Dios tiene que haber sido puesta en mí por algún ente superior, es decir, por Dios mismo, con lo que prueba su existencia.

En 1641 escribió Las Meditaciones, tratando de construir su metafísica de acuerdo con el método. Partió de la duda crítica y creyó que sólo había algo seguro, la certeza de la existencia por el pensamiento (cogito, ergo sum: pienso, luego existo). Soy, decía Descartes, en la medida en que pienso. Soy una realidad pensante y, efectivamente, sólo hay una cosa que no puede ser falsa: su existencia. En esta misma obra afirmaba que si concibo la definición de un ser perfectisimo, incluye su existencia, la conclusión es indudable.

Su obra Los Principios la escribió en 1644. En 1649, su Traité des passions de l’âme, y en 1701, las Regulae ad directionem ingenii. Escribió en latín, como casi todos los pensadores de su época, pero también en francés, siendo uno de los primeros prosistas franceses y de los cultivadores de la filosofía en lengua vulgar. El mundo físico está determinado en Descartes por la extensión. Junto a la <<res infinita>> que es Dios, aparecen las dos sustancias finitas, el hombre y el mundo. Como estas realidades no tienen contacto ni semejanza entre sí, se plantea el problema de su comunicación, concluyendo que tiene que ser Dios el que efectúe esta imposible comunicación de las sustancias.

Por otro lado, los animales son para Descartes puras máquinas autómatas (res extensa). Máquinas, desde luego perfectísimas como hechas por Dios, pero sin semejanza con la sustancia espiritual y pensante que es el hombre. Descartes funda su especulación en el criterio de evidencia, la evidencia de la razón. Su método es, por tanto, el racionalismo. El hombre es sustancia pensante. El racionalismo cartesiano influirá decisivamente en todo el siglo siguiente, culminando en la Revolución Francesa.

Su amigo Chanut, embajador de Francia en Estocolmo, le puso en relación con la reina de Suecia que, deseosa de escuchar sus lecciones, le insistió para que se trasladase a Suecia. Él quiso volver a su soledad, iniciando una obra sobre La búsqueda de la verdad mediante la luz natural. Murió en Estocolmo en 1650 <<contento de la vida>>, según constataron sus amigos. Dejó parte de su obra inacabada, inédita. Sus discípulos se encargaron de difundirla y completarla. Su trabajo y su obra tuvo una enorme repercusión en los medios intelectuales de su época. Fue la primera vez que la filosofía se acercaba a la gente ilustrada o curiosa, fuera de las escuelas universitarias. Sus teorías despertaron recelos en algunos medios católicos y las universidades de Francia y de Holanda llegaron a prohibirlas.

Hume

opina que la creencia en la existencia de los cuerpos supuesto con el que funcionamos. Las causas que icen esta creencia es lo que él desea investigar. Que causas no son las impresiones sensibles resulta obvio.

George Berkeley (Kilkenny, Irlanda – Oxford 1753): Filosofo y obispo anglicano irlandés. Negó la realidad las sustancias materiales, sosteniendo que el ser de material se reduce a ser percibido, y que solo existen realmente los espíritus y Dios, que es el que produce ellos el sueño coherente de un mundo corpóreo Su obra fundamental es el Tratado sobre los principios del conocimiento mano (1710).

Pues la creencia en la existencia de los cuerpos supone la existencia continua, que excede el tiempo en que tenemos impresiones de ellos. Si vemos una mesa, no creemos como el obispo Berkeley, un filósofo ligeramente anterior a Hume, que su ser es ser percibida, y que deja de existir cuando la dejamos de percibir. Lo que creemos es que existe incluso cuando no la percibimos. Pero esta creencia no podemos fundarla en las impresiones que tenemos de ella, pues creemos que también existe cuando no tenemos impresiones.

Nuestras impresiones tienen una existencia discontinua en nuestra mente. Pero creemos que los cuerpos tienen una existencia continua. ¿Cómo pasamos de lo primero a lo segundo? Hume cree que no mediante una deducción lógica, pues la idea de discontinuidad es lógicamente distinta de la idea de continuidad. Ninguna discontinuidad  puede dar como resultado la continuidad. Será entonces otra capacidad humana la que esté implicada aquí. Esta capacidad no es el hábito, ni la razón lógica, sino la imaginación.

La identidad personal y la memoria: Entre nuestras impresiones no está la de un yo único a lo largo de toda nuestra vida. Nuestras percepciones nos dan noticia de colores, de sonidos, de impenetrabilidad de solidez, de extensión, de movimiento. Entre estas percepciones nunca están las impresiones de mi yo. Ni siquiera podemos pensar que este yo es una proyección de la imaginación sobre la base de cambios continuos, graduales y constantes.

A veces, nuestras impresiones cambian de forma desordenada, discontinua,  inconstante. Pero sobre todo, nunca tenemos una impresión del yo, y por tanto, no podemos tener una idea de sus cambios. Y, sin embargo, hablamos con plena legitimidad de nosotros mismos y decimos yo con plenas garantías. Reflexivamente juego ya con el supuesto de que las representaciones son mis representaciones. Ese mis no aparece en ninguna impresión concreta, pero las reúne todas como formando un conjunto. ¿En qué se basa esta atribución de pertenencia de las impresiones a un yo, como

Las impresiones e ideas de Hume

Según Hume, en el hombre existen dos facultades básicas: la percepción inmediata y la reflexión. La primera nos da impresiones diferentes, mientras que la segunda está en condiciones de diferenciar lo distinto que se nos da en aquellas impresiones. Además, la reflexión nos permite distinguir entre la forma en que se nos dan las impresiones y la forma en que se nos dan las reflexiones.

Las percepciones inmediatas se dan con mucha fuerza y vivacidad, y pueden serias sensaciones (impresiones de los sentidos), las emociones y las pasiones. Las percepciones reflexionadas, por el contrario, se nos presentan con más suavidad. A las primeras Hume las llama impresiones, y a las segundas, ideas.

La relación de causa y efecto: Al decir que «El sol saldrá mañana» no se tiene la impresión del «sol» ni de la «mañana», y sí de que el sol salió ayer, y antes de ayer, y la semana pasada. Sin embargo, aunque no se tiene la impresión dada, la frase tiene significado, aunque es posible que el sol no salga mañana.

El significado de la frase se fundamenta en que establecemos una conexión entre el hecho pasado y presente de que ha salido el sol y el hecho que anticipamos, a saber, que saldrá mañana.

Esta conexión que lanza el pasado sobre el futuro es la experiencia. Esta no es una impresión ni una reflexión. Es algo distinto: se trata de afirmar una cosa porque es constante. El significado de la frase «El sol saldrá mañana» procede de la constancia de que hasta ahora ha salido todos los días.

Lo mismo sucede con la relación de causa y efecto. En una partida de billar, cuando se dice que «la bola roja es causa del efecto de movimiento que vemos en la bola azul», esta frase, que es una idea compleja, tiene significado. Al analizar sus ideas simples se ve que todas se corresponden con impresiones simples, excepto las palabras causa y efecto. Estas palabras son ideas aparentemente simples, pero de hecho son muy complejas. Su significado encierra que la bola roja se mueve antes que la bola azul, que en un momento hay contigüidad de tiempo y lugar con la bola azul y, finalmente, que siempre que la bola roja se mueva y choque con la azul, esta se moverá. Así que en la palabra causa se dan tas ideas simples de prioridad, de contigüidad y de conexión constante.

NICOLAS MAQUIABOLO

 

Humanista y político italiano del Renacimiento. Se le considera el fundador ideológico del Estado moderno y se le ha llamado, no sin razón, el primer clásico moderno en asuntos militares. Maquiavelo es un pensador, pero sin un sistema filosófico concreto, un humanista con nostalgia de la grandeza de la antigua Roma; patriota, sin principios éticos y oportunista.

Si Tomás Moro es un idealista, Maquiavelo está en el extremo opuesto. No se distinguió ni por su amor ni por su respeto a sus semejantes. Procurar el bien moral o material del pueblo quedaba relegado frente al objetivo de afianzar el poder del déspota.

A los veintinueve años de edad recibió el cargo de secretario de la segunda cancillería de la República, después, fue recibiendo otros cargos administrativos y diplomáticos. Su primer escrito fue «Discurso hecho al magistrado de los Diez sobre el asunto de Pisa», al que siguieron más discursos, tratados y libros de política.

Viajó mucho por toda Europa; primeramente, estuvo seis meses en la Corte de Francia, donde, al mismo tiempo de representar a su país, pudo observar las instituciones y estructuras de la monarquía absoluta. A su vuelta, contrajo matrimonio en 1501 con Marietta Corsini. Del matrimonio nacerán cuatro hijos varones y dos hembras. Poco después marchó a Roma con motivo del nombramiento de Julio II como Papa. Nuevo viaje a Francia por motivos diplomáticos y, después, se recorrerá Italia. En seguida se mostró como un gran teórico de la guerra; en 1506, escribe «Descenale Primo», sobre la decadencia militar de su país. En 1507, viaja a Suiza y Alemania, donde podrá estudiar los pormenores de las tácticas y armamentos de los ejércitos (el ejército suizo era entonces el mejor de Europa). Más tarde recibirá una misión en la Liga de Cambrai, por lo que escribirá «Descenale secondo». Después, vuelve a Francia, cuando esta entra en conflicto con el Papa.

Cuando en 1512 regresan los Médicis a Florencia concluye la República. Maquiavelo es cesado y encarcelado y hasta tiene que sufrir tortura. Al salir de la prisión se retira a una línea, desde donde escribe sus mejores obras.

En 1527, año convulso para los territorios italianos, en el que las tropas de Carlos V saquean Roma, los Médicis huyen de Florencia y los sustituye un gobierno del partido aristocrático. Maquiavelo no fue considerado lo bastante hostil a los Médicis para seguir ocupando el cargo. Enfermo de pena, según se dice, por el giro de los acontecimientos, murió el 21 de junio de ese año,  poco después de que se restaurara de nuevo la República.

Todo el sistema político de Maquiavelo está expuesto en estas tres obras: «Discursos sobre la primera década de Tito Livio» (1519), «El arte de la guerra» (1519) y «El Príncipe» (1513). La primera es la expresión más fiel y exacta de sus ideas y opiniones sobre la organización de los Estados y en ella está la sustancia de las otras dos; tomando como modelo la república romana, quiere resucitar su organización con el poder consular, el del Senado y el del pueblo para que, respectivamente, se vigilen e impidan extralimitaciones de ningún tipo.

En «El arte de la guerra» pone de manifiesto sus deseos de una milicia nacional en Italia y cómo debe de ser armada y organizarse para expulsar del país a franceses, alemanes y españoles.

«El Príncipe» enseña cómo se forma una monarquía nueva y absoluta para lograr con ella la unidad e independencia de la patria, y nos expone las ideas del autor acerca de las excepcionales aptitudes intelectuales y políticas que debe de tener el príncipe que gobierne. Esta figura ideal debe de servir por todos los medios a su Estado sin reparar en la forma en que lo haga; surge así la «Razón de Estado», en la que el fin justifica los medios.

Maquiavelo ve la política como un juego de caracteres y personalidades; el buen diplomático debe usar, si es necesario, la hipocresía como arma política, su única moral debe de ser la moral del éxito. A la religión la enfoca como un arma de dominación; su príncipe debe de profesar la religión, aunque no creer en ella, la debe usar para «sujetar» a su pueblo.

El Príncipe es una clara expresión de pensamiento político; toda consideración moral o religiosa queda aparte; lo que “debería ser” cede ante lo que “es”, ante la consideración de la realidad tal cual es, sin preocupaciones de reforma, “porque hay tanto trecho de cómo se vive a cómo se debería vivir, que quien renuncie a lo que se hace por lo que se debería hacer, aprende más bien lo que le arruinará que lo que le preservará”.

La única voz que se oye es la del interés del estado, representado en la persona del príncipe, con lo que las normas teóricas encuentran ejemplarización en algunas figuras de grandes príncipes como César Borgia o Fernando II el Católico, del que, por ejemplo, dice: “No predica más que paz y buena fe, siendo muy enemigo de ambas; pero si hubiese observado una y otra, hubiera perdido en muchas ocasiones la reputación o el Estado”.

Maquiavelo no crea nada nuevo en política; como él mismo dice, se atiene únicamente a la “verdad efectiva de las cosas”, a lo que la observación de la realidad que le circunda y la historia de los grandes hombres le han enseñado. El único valor teórico de Maquiavelo es su realismo político, el escándalo que suscitan sus juicios sobre la naturaleza humana; es el hombre que ha afirmado tajantemente la incompatibilidad entre política y moral.

Vemos paradójicamente a un personaje que es al mismo tiempo republicano y defensor de una monarquía absoluta, pero no olvidemos que luchó toda su vida por la unidad italiana y entiende que para esta difícil empresa el soberano necesita de una suma de poder que sólo cabe en un monarca absoluto. Su obra hay que verla, pues, bajo el contexto histórico de la Italia de la época.

Grandes pensadores, filosofos y cientificos de las historia

John Locke: Fue es primer filósofo que articuló las ideas centrales del empirismo moderno, según el cual hay muy pocos asuntos que puedan resolverse sin una cuidadosa y ecuánime consideración de las pruebas obtenidas por medio de los sentidos.

Nacido en 1632, redactó sus obras en la época en que la física de Newton estaba reemplazando la ciencia de Galileo y Descartes, cuyas ideas se centraban más en la razón que en pruebas empíricas.

Pensador inglés (Wrington, Somerset, 1632 – Oaks, Essex, 1704). Este hombre polifacético estudió en la Universidad de Oxford, en donde se doctoró en 1658. Aunque su especialidad era la Medicina y mantuvo relaciones con reputados científicos de la época (como Isaac Newton), John Locke fue también diplomático, teólogo, economista, profesor de griego antiguo y de retórica, y alcanzó renombre por sus escritos filosóficos, en los que sentó las bases del pensamiento político liberal.

El Estado según Locke

«Para mi, el Estado es una sociedad de hombres constituida únicamente con el fin de adquirir, conservar y mejorar sus propios intereses civiles. Intereses civiles llamo a la vida, libertad, salud y prosperidad del cuerpo; y a la posesión de bienes externos, tales como el dinero, tierra, casa, mobiliario y cosas semejantes.” (.J. LOCKE: Carta sobre la tolerancia, 1689.)

En sus escritos políticos defendía la soberanía popular, el derecho a la rebelión contra la tiranía y la tolerancia hacia las minorías religiosas. Según el pensamiento de Locke y de sus seguidores, el Estado no existe para la salvación espiritual de los seres humanos sino para servir a los ciudadanos y garantizar sus vidas, su libertad y sus propiedades bajo una constitución.

Fue el teórico de la segunda «revolución inglesa» o del pacto entre la alta nobleza y el bloque burgués parlamentarista. Expuso sus ideas en Carta sobre la Tolerancia y Tratado del Gobierno Civil. Locke partió de los principios del derecho natural al igual que Thomas Hobbes, efectuó una abstracción considerando que el hombre vivía, en una época pretérita, en un estado de naturaleza en el que no existía ningún tipo de organización social ni política.

En esta situación o estado primitivo el hombre se regía por unas leyes naturales básicas, inspiradas en último término por Dios, que le venían dadas por su razón natural y que son evidentes por sí mismas. Estas leyes o derechos naturales son el derecho a la vida, a la libertad y la propiedad; pero en esta sociedad primitiva no existía nadie, ninguna persona, ningún organismo, ninguna institución que velase por su cumplimiento.

Sin embargo, la visión que tiene Locke de este estado de naturaleza y de la psicología de la especie humana es menos catastrófico, menos pesimista que en Hobbes. No es una guerra de todos contra todos (“el hombre es el lobo del hombre”). El hombre debe velar por estos derechos y defenderlos frente a quienes los incumplen; en consecuencia, y como corolario de los derechos naturales, existirá el derecho que tendrán todos los individuos de castigar a los transgresores.

Ahora bien, dado que no existen unas penas objetivas establecidas, el hombre ofendido, el hombre al que un semejante le ha usurpado alguno de sus derechos, deberá aplicar la justicia por su cuenta y, obcecado por el furor momentáneo, puede dejarse llevar por el deseo de venganza y aplicar castigos excesivos. Además, nadie le garantiza que en su defensa personal pueda realmente aplicarlos, dado que el transgresor puede ser más fuerte que él.

En consecuencia, el estado de naturaleza es incompleto: le falta un poder moderador que regule la aplicación de la ley natural. Para suplir estos inconvenientes, estas carencias de la sociedad primitiva, el hombre decide vivir en sociedad, en una sociedad política organizada. Pero, dado que los hombres son por naturaleza libres, el paso del estado de naturaleza a la sociedad organizada no puede operarse sino por el consentimiento mutuo de individuos libres. Así, los hombres deciden dotarse de unos organismos que velen por la preservación de los derechos naturales y dicten las normas (leyes) precisas para que en esta sociedad política puedan vivir libremente.

La legitimación del poder, del estado, vendrá dada exclusivamente en razón del libre consentimiento de los hombres. Al constituirse en sociedad y formar un gobierno, éstos pueden ejercer directamente el poder (mediante un sistema de democracia directa), o bien pueden elegir unos representantes y delegar su poder en un cuerpo legislativo (Parlamento) encargado de elaborar las leyes que garanticen el cumplimiento de los derechos naturales.

Locke y el Empirismo: Locke formuló la ideología que acompañaba a la ciencia newtoniana, lo que favoreció que la actitud empirista formara parte del sentido común de la gente educada. La misma actitud antidogmática conformó las influyentes ideas de Locke respecto a la tolerancia religiosa: como resulta tan difícil saber qué es la verdad, argumentaba Locke, a la gente se le debería permitir, en la medida de lo posible, creer lo que elija creer.

La afirmación central de Locke respecto al conocimiento es que no existen las ideas innatas. Con ello pretende afirmar dos cosas: la primera es que es preciso incorporar las creencias a través de la experiencia del mundo. La segunda es que, cuando uno nace no tiene conceptos en la mente. Muchos filósofos habían asumido que los conceptos más básicos, como la idea de que una cosa es idéntica a sí misma, formaban parte del mecanismo pensante de la mente. Locke argumentó que incluso esos conceptos tenían que ser adquiridos: al nacer, la mente es una tabula rusa, una pizarra en blanca.

En su Ensayo sobre el conocimiento humano (1689).. Locke proporcionó una serie de razones para negar la existencia de las ideas innatas. Señaló que los niño, asimilan los principios abstractos contenidos en conceptos básicos hasta que alguien se los enseña. Los niños de dos años no dicen que «cada cosa es idéntica a sí misma» o «que cuatro ángulos rectos forman una circunferencia completas. Tampoco los recién nacido» parecen albergar en su mente ningún tipo de concepto porque, de hecho, no parecen pensar.

En cuanto iideas sobre las propiedades de los objetos, como su forma, peso y solidez, Locke argumentaba que en la mente de los adultos sofisticados se producen complejas combinaciones de ideas. La idea de una forma triangular, por ejemplo, se basa, en parte, en el aspecto que tiene diversos objetos triangulares vistos desde distintos ángulos; en parte, en la sensación que producen, y en parte, en la experiencia de caminar por rutas triangulares. Sólo combinando todo lo interior la persona puede hacerse una idea de lo que es un triangulo.

Fuentes de conocimiento Así, si no hay ideas en el momento de nacer, ¿de dónde proceden? La respuesta de Locke es que la mente tiene capacidades innatas para adquirir ideas a partir de la percepción del mundo externo y de la reflexión sobre si misma y sus contenidos. De modo que, al cabo de muy  poco tiempo en el mundo, el niño tendrá lo que Locke llamaba »impresiones», que son las ideas más simples producidas por la sensación y la reflexión. La sensación produce un tipo de impresiones, como los tonos de los colores de las cosas, y la reflexión proporciona una Impresión del propio yo. Si se combinan ambos tipos de impresiones se pueden elaborar ideas complejas, como las que se tienen sobre los objetos físicos y sus propiedades. Un niño puede combinar ideas simples como gris» y <longitud» con ideas de forma y solidez para obtener la idea más compleja de un elefante y de un tronco, y formarse así la creencia (a la que Locke también llamaría idea) de que los elefantes tienen tronco. De esta manera, los ricos contenidos del pensamiento se construyen a partir de elementos simples que se reciben pasivamente mediante la percepción y la reflexión.

Deja un comentario